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Espejismo

domingo, 25 de junio de 2017
















Te encandila el sol del odio,
Y sales a la calle aturdido y convocado por la mezquindad.
Alcohol, pastillas, odio, real, consignas, mentadas de madre;
Sales buscando a un enemigo que se interpone a tu vida,
Esa, pre-construida  que vende en tv el American Dream.

Hayas  un discurso en la esquina.
Se parece mucho al  lado oscuro de tu profunda miseria,
Grita alguien con vehemencia que: hay gente que te roba el aire.
Y te emborracha la idea de salir y poder joder a unos cuantos,
Con tus manos, con tu odio, con la valentía que te da la cocaína.

Oyes que vitorean por televisión.
La gente de bien, la bonita y decente, te llama: héroe y heroína.
Te invitan a ser su brazo armado y puño de hierro contra la tiranía,
Te dan capucha, odio, objetivos, otras vainas y sobre todo cocaína,
Los lideres sin mando ni ejércitos te llaman a darlo todo, tu vida.

Hay un camino, solo uno.
Vente con nosotros, marcha, corre, incendia, mata, destruye, odia.
Manda a tus hijos a inmolarse, trae a tus vecinos, llénalos de tu rabia,
Ni un paso atrás, el que se cansa pierde, dice un líder desde un resort,
Por salvar al país hay que destrozarlo, luego vemos como lo arreglamos.

Apedreas al cielo, quemas al viento.
Pintas de sangre la luna, las nubes serán grises hasta que caiga:
El cielo, dios, maría virgen, pero sobre todo, debe caer el presidente.
Vas con toda tu fuerza, tu poder, contra tu otro yo, contra ti mismo,
Luchas contra un poderoso enemigo que habita  en el espejismo.

 @centaurosaher

Hoy te escribo

domingo, 8 de enero de 2012











No supe cómo empezar estas líneas. Traté con saludos cordiales, la formalidad de un: “sírvase la presente”, para desembocar en el inevitable y corriente: ¡hola!, ¿cómo estás? ¿Qué tal los años? ¿La familia cómo va? aunque conozco las respuestas desde hace 15 años, insisto en preguntar.

Vuelvo a escribirte en la distancia, ésa, la de los cuerpos. Desterrado de tus brazos, con mis pasos divorciados de tu camino, llevando a cuestas una sombra huérfana de la tuya.

La mano que te escribe, no pertenece ya al hombre que alguna vez tu rostro acariciaba, está vencida y trémula. Y sí, debo confesar, que al igual que a mis manos, tampoco reconozco este cuerpo, y dudo del espíritu que lo sostiene.

Sigo siendo el que conociste, mismo nombre, dirección y cédula de identidad. Sólo que más cansado, triste y solitario, frecuentando religiosamente la plaza que alguna vez fue tribuna para declararnos amor y hacernos solemnes promesas.

Trato por consideración y respeto de mantener las cosas que más te gustaban de mí: la pulcritud en la vestimenta, el gusto para las flores, el tinto con el punto de azúcar que no amarga ni empalaga, las canciones enamoradas y poéticas lecturas en las tardes.

Pero no todo está intacto, dejé de cocinar algunas de tus comidas favoritas y algunas esperanzas que aderezaban el impulso, retomé el hábito de fumar que tanto te costó que dejara, los labios que en otrora coincidían con los tuyos desmontaron la sonrisa, sólo hablan con tenderos de bares, y sirven para ir quemando a bocanadas tu recuerdo.

A esta fecha y en el día presente, tuviéramos la dicha de celebrar el cumpleaños del hijo varón que fraguábamos, con un nombre aún no definido por esperar ver su rostro, engendrado de nuestros más ardidos impulsos, en la cama de caoba que no compartimos, en la casa que nunca habitamos, en la vida que nunca tuvimos.

No te escribo para darte un parte de derrotas y fracasos, aunque no puedo negar que algunos planes no han salido tal y como los soñé contigo. Pues, ¿cómo he de hacer una vida completa con los sueños a medias? En fin, no escatimo bríos para saludar al sol, aunque últimamente despierto con ganas de no abrir los ojos, pero al enfrentar la luz, algo de cálidos días vuelven a mi sien, salgo presuroso a la vieja plaza, aún con la biblioteca de libros amarillentos y frecuentada por nostálgicos, me siento en bancos roídos a mordiscos por los años, a esperar que la brisa tibia de la tarde con que te fuiste te traiga de vuelta.

Soy un vestigio del Hombre que conociste, con 33 años encima y una vida que encarar.

Tal vez, a esta carta tampoco darás respuesta, como a todas las que llegan a tu puerta, por la gracia del parsimonioso paso del viejo cartero. Si te animas ¿recuerdas donde vivo? En la vieja Parroquia 23 de Enero, Bloque 11, piso 11, apartamento 11 “A”, en el cuarto del medio, frente a la sala, donde te vi salir cada vez más hermosa y mía. Mi teléfono sigue siendo el mismo que discabas en las madrugadas de insomnio por dormir conmigo. Espero recuerdes quien soy, Centauro Saher, venezolano y libre de decidir, que tomó la mala decisión de dejarte ir una tarde. Vuelvo al terrible trance que es despedirme de ti. Firma, besa y envía, el que por razones ya inexplicables, aún te ama.

Aguas abajo

lunes, 21 de marzo de 2011



Ven amor y dale a tu mirada un baño del litoral de Reverón
Bauticemos en este abrazo de manantial nuestro pacto con la vida
Volviendo nuestros labios remanso del Río Tocuyo y agua clara, para saciar nuestra sed de mañana.
Mientras se pueda…
Haremos de nuestros deseos un lago de Maracaibo con su Catatumbo
Esperando que llueva la alegría como en mayo, para lavarnos la tristeza
Por eso cuando digo campo, nombro tu piel que se eriza al paso de mi caricia
florece en deseos y estalla el olor a tierra mojada, cuando el rocío de tu sudor la cubre
mi cuerpo, caudal brioso, Orinoco, que desemboca aguas abajo en la amazonía de tu vientre. Para que nazca un niño selva, que encontrará en tus pechos represas de ternura
Con más razón, cuando digo cielo nombro tu boca preñada de besos, poblada de sonrisas nubes viajeras que ven el peregrinar de tus suspiros, sin que se empañe por el bongo gris de una mentada de madre a la injusticia
No dejemos morir el Meta donde echamos a navegar nuestros sueños en curiaras de esperanzas.
Que no se nos contamine de olvido la fuente de las ganas.

Centauro Saher

Nuestra Gloria

jueves, 17 de marzo de 2011

Gloria Martin
Estampa delgada como la barda que divide realidad y sortilegio

Profunda la mirada, la ternura echada al viento

Palabra certera bendiciendo las nupcias entre pecho y guitarra

Gloria, al bravo pueblo cantó

Gloria, la del pueblo nos canta

Gloria, siempre es el pueblo, las manos abiertas abrazando al mundo

nuestra Gloria

que ha parido de su pecho carrizos desesperados por andar amando

nos ama de labios cerrados, y nosotros Gloria, te amamos a grito abierto.


Centauro Saher